De la Tormenta a la Calma con Verónica McHuge

CELEBRACION DIA INTERNACIONAL DE LA PAZ

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DE LA TORMENTA A LA CALMA…

Durante siglos, el imaginario popular creó diversas imágenes de lo que es la tranquilidad. Lagos, casas de campo, playas… todo, menos la casa cotidiana o el trabajo diario.

Sin embargo, es ahí donde más vivimos, donde más horas pasamos y donde tenemos que interactuar con más personas.

El reto que enfrentamos hoy en día es encontrar una forma para crear un lugar de paz en medio del caos diario. Aunque no suene fácil, hay una técnica que puede ayudar en lograr esta meta.

Meditar y conquistar la paz interior

Durante siglos, la paz ha sido identificada con aspectos externos solamente. Esto nos ha dado una sensación de paz que, del punto de vista histórico, ha durado muy poco tiempo. La humanidad, en la ironía de la búsqueda por la paz, ha enfrentado guerras, conquistado y, eventualmente, entraba en nuevas guerras.

El ciclo de la paz está directamente vinculado al ciclo de las guerras. Si miramos nuestro contemporáneo vemos el mismo patrón: alguien declara guerra a alguien, con la meta de obtener paz; los sobrevivientes y aliados no-derrotados, normalmente después de un tiempo prudencial, entonces hacen guerra con los primeros para vengarse; a su vez, estos le hacen guerra para de nuevo estar en paz, etc.

Pero, analizando un poco más este ciclo, vemos un factor poderoso: TODOS LOS LADOS DE UNA GUERRA TIENEN COMO META LA PAZ. Una paz externa, conquistada con sangre y que mueve hacia nuevas guerras futuras. ¿Tendrá fin este ciclo?

Una forma de romper un ciclo es crear otro – probablemente, la única manera. La meditación ofrece un medio para esto fácil para cualquier persona, de cualquier edad o rango social.

Quien va a meditar

Lo primero es tener claro QUIEN MEDITARÁ.

Si hablamos antes del concepto de la paz como algo meramente externo, lo mismo pasa con el ser, el YO. Nos miramos en un espejo y nos identificamos fácilmente con esta cara que vemos. O bien, con la cultura en la cual fuimos educados, la edad o el sexo que tenemos. ¿Cuántas veces paramos para pensar qué hay detrás de esta piel?

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