Tarde de meditación. Entrada libre.

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Carrera 16A No. 82-75 OFICINA 502.

Entrada libre, aporte voluntario.

Meditación

La meditación entrena la mente haciéndola estable y elevada.

Al meditar se restablece el contacto con el ser interior verdadero y con la consciencia del ser como un alma, y mediante esta transformación de conciencia se hace posible el contacto y la comunión con el Alma Suprema, la fuente de todas la cualidades y poderes.

Mediante la meditación, la calidad de nuestros pensamientos y acciones se va equiparando progresivamente a las cualidades y virtudes originales del alma: paz, amor, felicidad, pureza. La práctica de la meditación es esencial para lograr paz y armonía duraderas.

Meditemos

Siéntate en silencio con el cuerpo muy relajado, preferiblemente muy quieto con ambos pies en el suelo y las manos replegadas. Deja que tu respiración sea muy natural y lenta. Puedes mantener los ojos abiertos. (De hecho, es preferible hacerlo, para que esta conciencia se convierta en un estado natural para tí.)

Me concentro en mí interior; y observo lo que está sucediendo dentro de mí mundo interno.
Veo pasar muchos pensamientos en la pantalla de mi mente. Me doy cuenta que puedo elegir qué pensamientos tener.
Puedo elegir el pensamiento de la paz.
Me imagino como un punto de luz y en esta conciencia de paz, sé que esto es lo que soy.
Yo soy un ser de luz.
Yo soy un ser de paz.
Mis pensamientos fluyen más despacio y puedo saborear la belleza de la paz interior, y observo cómo mi mundo interior está lleno de paz.
También está lleno de luz.
Puedo sentir cómo las nubes de confusión retroceden y cómo la luz se vuelve más brillante. Puedo sentir un poder interior cada vez mayor dentro de mí.
Mi propio ser es luz, es fortaleza, es paz.
Después de haberme olvidado de mí mismo, me había olvidado que tenía estas cualidades originales de forma natural. Ahora que sé quién soy, todas estas cualidades pertenecen naturalmente a mí otra vez y puedo irradiar luz, paz y poder.
Y ahora dejo que mis pensamientos vuelvan a la conciencia del cuerpo físico que ocupan y a las situaciones de la vida en que me encuentro actualmente, pero lo hago con una visión transformada, con una actitud que es muy diferente.

Al regresar, en la conciencia de que el alma es el dueño y maestro de este instrumento físico, este precioso cuerpo mío, sé lo que tienen que transmitir mis ojos, mis labios, mis acciones, y sé la dirección donde dirigirme. Mi visión de los demás también se ha transformado. Yo no los encasillo. Puedo verlos como almas. Sigo haciendo las cosas que necesito hacer, pero ahora después de haber creado ese mundo eterno y original tengo mayor claridad en mi forma de pensar, hay comprensión y empatía en la forma en que me relaciono con los demás; hay poder en mis acciones y éstas me conducen a conclusiones correctas, surgiendo resultados positivos en mi vida y también en la vida de los que me rodean.

 

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