Me pregunto, hasta qué punto me conozco. A veces me pregunto realmente porque me sorprendo de mis propias reacciones y las respuestas que he dado en ciertas situaciones. Me habría gustado haberme comportado un poco diferente. Es una de las señales que me dice que debo conocerme un poco mejor. El mundo materialista es portador de valores en términos de la materia. Muy a menudo el valor que han depositado en mí también se ha asociado a factores externos: las posesiones que tengo, la propiedad que poseo, la posición y el perfil profesional de mi ocupación o la posición que los demás me otorgan. Muy a menudo me veo con etiquetas, simplemente en la forma que los demás me ven. ¿Qué es lo que ves cuando me miras? En un instante mi computador interno comienza sus cálculos y me conecta con los demás en términos de nuestra cara, nuestro color, nuestra piel, nuestros rasgos, nuestra edad, nuestra profesión y, sin embargo, cuando empiezo a pensar en ello, pongo en duda esto y me pregunto si los factores externos me dicen algo sobre mí mismo o sobre los demás. Empiezo a ser consciente de cosas que no son para nada materiales, que nada tienen que ver con mi forma externa o situaciones externas. Son las cosas que realmente se valoran y se aprecian sobre mí.
Miro dentro de mí, y me doy cuenta de mis sentimientos, mis emociones, mis pensamientos y empiezo a preguntarme qué trozo de mí es realmente yo. Es importante que aprenda a separar dos identidades. La identidad material, que es la forma física, y la realidad interna de mis pensamientos y sentimientos. Es importante conocerlas por sus características externas, pero mucho más importante es saber lo que está debajo de la superficie, lo que está debajo de la piel, y cuando concentro mi atención en el interior, en mi ser interior, es cuando comienza el viaje.
Llegar a ese espacio interior y encontrar lo que está pasando allí, es en realidad, una aventura tan maravillosa como las aventuras del espacio extraterrestre. Cuando confirmo que mis pensamientos y sentimientos emanan de allí. Cuando permito a mi mente estar tranquila, descubro la fuente de vida y de energía que soy, en realidad es sólo una chispa, un ser, un punto. Yo no soy 5 pies de altura, sino un punto de luz. En el lenguaje que usamos a veces esta la expresión “mi alma”, o “Yo tengo un alma” y, sin embargo esto no es cierto en absoluto. La realidad es que “soy un alma”, yo soy este punto de luz. Al entender esto, creo un cambio total de mi conciencia. Sabiendo lo que yo soy, puedo ir más allá de todos los límites que el cuerpo físico me ha impuesto. Cuántas veces he dicho: «No puedo hacer esto, aquello o lo otro», y sin embargo esto no es la realidad. Yo soy este ser de luz eterna. Soy un ser de luz, de hecho soy un ser de amor, estas son mis cualidades naturales. Al volver a esta conciencia puedo ir más allá de todas las barreras, de todos los límites. Puedo encontrar la libertad interior del ser. Tomar conciencia de quien realmente soy, me da la capacidad para administrarme.
A veces dudamos de si el estado original del ser es de bondad. Sin embargo, la paz es totalmente natural para mí, y sé que es un estado que me pertenece. No es necesario que lo intente. Esta allí dentro de mí. Aun cuando esté muy ocupado, si sé cómo llevar mi atención por un momento a ese punto de luz que soy, no olvidando quién soy, la paz es accesible al instante. Experimento la paz interior como una recarga de mis baterías y entonces puedo llevar a cabo todo lo que necesito hacer a nivel externo. Si pudiera hacer esto durante un minuto cada hora, me daría cuenta lo fácil y suavemente que fluyen los otros 59 minutos.
Mi paz interior también me revela que tengo poder interior. Puedo encontrar mi propia fuerza interior. Nosotros utilizamos mucho la palabra empoderamiento, «dar poder”. Sin embargo el empoderamiento no puede venir a mí de ninguna persona de fuera. El poder viene de dentro, es una fuerza que se queda conmigo para siempre. Dondequiera que vaya, sea lo que sea que haga, este poder lo llevo dentro de mi propio ser.
Vamos a experimentar unos minutos en los que utilizaremos este concepto de modo que puedan ver cómo funciona realmente.
Siéntense en silencio con el cuerpo muy relajado, preferiblemente muy quietos con ambos pies en el suelo y las manos replegadas. Deje que su respiración sea muy natural y lenta. Puede mantener los ojos abiertos. (De hecho, es preferible hacerlo, para que esta conciencia se convierta en un estado natural para cada uno.)
Me concentro en mí interior; y observo lo que está sucediendo dentro de mí mundo interior.
Veo pasar muchos pensamientos en la pantalla de mi mente. Me doy cuenta que puedo elegir qué pensamientos tener.
Puedo elegir el pensamiento de la paz.
Me imagino como un punto de luz y en esta conciencia de paz, sé que esto es lo que soy.
Yo soy un ser de luz.
Yo soy un ser de paz.
Mis pensamientos fluyen más despacio y puedo saborear la belleza de la paz interior, y observo cómo mi mundo interior está lleno de paz.
También está lleno de luz.
Puedo sentir cómo las nubes de confusión retroceden y cómo la luz se vuelve más brillante. Puedo sentir un poder interior cada vez mayor dentro de mí.
Mi propio ser es luz, es fortaleza, es paz.
Después de haberme olvidado de mí mismo, me había olvidado que tenía estas cualidades originales de forma natural. Ahora que sé quién soy, todas estas cualidades pertenecen naturalmente a mí otra vez y puedo irradiar luz, paz y poder.
Y ahora dejo que mis pensamientos vuelvan a la conciencia del cuerpo físico que ocupan y a las situaciones de la vida en que me encuentro actualmente, pero lo hago con una visión transformada, con una actitud que es muy diferente.
Al volver a casa en la conciencia de que el alma es el dueño y maestro de este instrumento físico, este precioso cuerpo mío, sé lo que tienen que transmitir mis ojos, mis labios, mis acciones, y sé la dirección donde dirigirme. Mi visión de los demás también se ha transformado. Yo no los encasillo. Puedo verlos como seres externos, como almas. Sigo haciendo las cosas que necesito hacer, pero ahora después de haber creado ese mundo eterno y original tengo mayor claridad en mi forma de pensar, hay comprensión y empatía en la forma en que me relaciono con los demás; hay poder en mi acciones y éstas me conducen a conclusiones correctas, surgiendo resultados positivos en mi vida y también en la vida de los que me rodean.
Comparo este estado con el que tenía antes, que era de caos y confusión en el interior, y tampoco me extraño del caos y la confusión que existe en el mundo que me rodea. Administrar el ser significa entender que soy el creador de mi mundo interior. También soy capaz de crear el mundo que me rodea. Administrar el ser significa encontrar mi propia dignidad y auto-respeto y ser responsable de mí. Nos rodeamos de soportes tan diferentes y a menudo no podemos prescindir de esos apoyos. Pero ahora que sé lo que soy, llevo mi propio estado de autoestima conmigo y por supuesto cuando me valoro, también valoro a los demás. En el estado de auto-respeto el respeto se extiende a los demás. Administrar el ser significa que soy capaz de moverme con estabilidad y llevar esta calma al mundo del caos que me rodea. La paz que tengo significa que puedo empezar a crear un pequeño oasis de paz a mí alrededor. La luz que llevo me indica que la ilusión y la oscuridad ya no me pueden tocar. El poder que tengo significa que puedo ser realmente libre.
Om Shanti. Om significa soy, shanti significa paz. Puedo conectarme a esta conciencia en cualquier momento y volver a ser dueño de mí mismo.
Sister Jayanti es la Directora de Brahma Kumaris en Londres. Este artículo, fue originalmente publicado por Publicaciones BK (www.bkpublications.com) en Retreat Magazine # 10, es un extracto de la presentación de una serie de audio titulado Meditación para Gente Extremadamente Ocupada.
INSCRIPCIÓN AQUÍ: https://tinyurl.com/calma-interior Jaymini