Cultura ciudadana, base para una cultura de paz.

Cultura ciudadana es el conjunto de conductas, valores, actitudes e incluso percepciones que comparten los miembros de una sociedad.

La cultura de la paz consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas, los grupos y las naciones, teniendo en cuenta un punto muy importante que son los derechos humanos.

Se puede fortalecer la paz desde la mirada individual, es decir, la paz de cada persona, la cual impactará en la sociedad y en la paz del mundo. La paz es algo que tiene que cultivarse y para ello debemos permitirnos cultivar el respeto. Una persona que está paz consigo misma es un persona que se relacionará con todos y tendrá una perspectiva espiritual más elevada.


El respeto

Como sociedad humana vivimos una paradoja intrínseca: individuos como islas teniendo que unirse con otras personas para crear la gran red viva que habita nuestro mundo.

Eso implica que algo debe unirnos. Algo debe permitir que mi individualidad o la de otros no se acabe, pues es lo que caracteriza a mí y a todos como humanos.

Ese algo, ese puente imaginario se compone de diferentes elementos que nos convierten en una fantástica unidad. Respeto es parte de la materia prima con la que el puente se mantiene.

Como un valor que cada ser tiene, todos lo tenemos, pero no es objetivo, variando según cada persona. No solamente la variación ocurre en términos del sentimiento que genera el respeto, sino en su expresión: vamos a tratar a algunas personas de usted, pero a otras simplemente sonriéremos.

En lo que he visto, no es sencillo respetar, ya que la base de este valor es el hecho de la igualdad innata de todos los seres humanos y su sensación y expresión depende de este reconocimiento. Somos iguales del punto de vista biológico, pues todos tenemos que respirar, comer y beber, necesitamos protección y varios elementos que nos son comunes, no importa quien seamos.

Del punto de vista espiritual, es mucho más profundo. Todos somos REALMENTE iguales; las diferencias surgen con relación a cómo expresamos lo que tenemos internamente y el impacto de las circunstancias a nuestro alrededor, pero potencialmente no hay distinciones.

La espiritualidad permite que nazca el respeto genuino, incondicional y universal que todos los seres humanos demandamos aunque pocas veces entregamos.

Es el respeto que irá más allá del buenos días, firmando la plataforma para que experimentemos empatía y expresemos solidaridad. Un tipo de respeto que puede cambiar definitivamente la sociedad en la que vivimos, haciéndola más armónica, gentil y humana.

¿Cómo hacer? No importa quién sea la persona y no importa cuál sea tu interacción con ella, mantén tu corazón limpio, reconoce en ella un ser igual que tú mismo y expresa esta igualdad natural.

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