Noviembre 28, 2016
Haciéndonos maestros de nuestra mente – El papel del NO. – Ken O’Donnell
Cuántos miles de NO escuchan los niños antes de que tengan seis años?
No hagas esto. No toques eso. No respondas a lo que se dice.
Hasta la palabra infante significa el que no habla- es una especie de cállate la boca y quédate enfadado en una esquina.
Silenciosamente construimos una resistencia a los NO aun cuando nos metemos en problemas cuando nuestra curiosidad aumenta y terminamos desobedeciendo a nuestros mayores. Escuchando un NO, esto más tarde se convierte en un problema.
La mayoría de las tradiciones religiosas también tienen sus mandamientos.
No robes. No mientas. No hagas nada violento ni cometas adulterio.
Aun así, no nos damos cuenta de que estableciendo listas de reglas sociales y morales no garantiza que la gente las siga. El primer mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas es mayoritariamente puesto a un lado según la conveniencia del momento. Él es en el último en quien pensamos cuando las cosas van mal y empezamos a sufrir.
Una vez un conocido mío se convirtió en el presidente del consejo de la ciudad de San Pablo. Él me dijo que su objetivo era reducir las 11.000 leyes municipales a 8.000. Aunque en su mandato el número se redujo, no parece que el comportamiento de la gente haya cambiado significativamente. Ellos todavía arrojan basura en las calles y parquean en sitios prohibidos. Tanto es así que, la tal llamada industria de multas se ha convertido en una importante fuente de ingresos de la ciudad.
En esencia, el progreso ha significado más multas, más abogados y jueces y aun así hay más infractores y presos. El modelo se repite.
Hace muchos años había acabado de regresar de un viaje al exterior. Durante mi ausencia, el presidente había hecho un desastroso intento para frenar la rampante inflación, algo de lo que yo escasamente sabía. Mientras estaba de visita en el sur de Brasil, fui invitado a participar en un panel de discusión en televisión en vivo acerca de asuntos actuales. Muy rápidamente el tema se convirtió en un ataque al presidente. Cuando llegó mi turno, sin dar justificación a lo que el presidente había hecho, mencioné que sentía compasión por cualquier líder en éste mundo caótico el cual trataba de controlar lo que la gente hacia, cuando individualmente cualquiera difícilmente hace un esfuerzo por controlar sus acciones, ni que hablar de sus mentes. Esta posición más espiritual fue inmediatamente criticada vehementemente por otros panelistas.
Quizás si alguien tempranamente en nuestras vidas nos hubiera enseñado el cómo controlar nuestras mentes, todo el caos y las innumerables regulaciones que intentan contenerlas serían mucho menos. El problema es que hay pocos candidatos para enseñarnos. Nuestros mayores no aprendieron este arte tampoco. Alguien quien solamente nos dice no, o establece regulaciones y reglas nunca fue un sustituto para nuestro control y entendimiento natural de lo que se debe hacer y de lo que no.
Por lo tanto crecimos con muy flácidos músculos mentales y emocionales. Muchos de los que empiezan meditación dicen que no funciona, ellos olvidan de que excepto por unos pocos con suerte, sus mentes nunca han funcionado a un nivel óptimo.
Aprendemos a hablar, caminar, cantar y aun cocinar. Nadie nunca nos ha enseñado como pensar. La atención solo vuela alrededor como abejas en un campo de flores. Estamos sujetos hasta 100.000 bits de información en nuestra mente. Pensamientos, sensaciones, memorias, inspiraciones, ideas, sentimientos y deseos todos ellos atropellándose por lograr una primera posición en la pantalla de nuestra mente, así como observamos en un caleidoscopio lo que esta falta de control produce en nuestra realidad. Intentando ver las cosas claras a través de todos estos pedazos de información de nuestra vida flotando caprichosamente es un permanente reto.
Esto es por lo que el sentarse, yendo a nuestro interior solamente para seguir otra vez con una mente incontrolable, desanima a muchos en la práctica de la meditación.
¿Qué hay que hacer? ¿Aprender a manejar la mente o solo dejarla a que haga lo que quiera? ¿Hay una manera de crear un estado interior en el cual el control de la mente es una consecuencia natural?
En el siguiente blog les contaré acerca de esto y también haré la comparación de lo que es llamado mindfulness o concientización con las formas más antiguas de meditación.
http://spiritualityinaction.blogspot.com.co/
Martes, Diciembre 6, 2016
Haciéndonos maestros de nuestra mente (2) Meditación y Conciencia.
Hoy hay una explosión de interés en la meditación. Un estudio del año 2012 en los Estados Unidos publicado por el Instituto nacional de salud encontró que el 8% de la población practicaba alguna forma de meditación ese año. Entre ellas, la concientización fue el que más creció. Como estudiante y profesor de meditación por más de 40 años, solo puedo sentirme feliz de que mucha gente este tenido contacto con esta muy antigua práctica. Dado el caos en nuestros trabajos y nuestras vidas hay una demanda reprimida por ella. Al mismo tiempo, estoy un poco receloso del mercadeo que gira en torno a la meditación.
En el tipo de práctica de meditación llamada mindfulness o concientización hay una multitud de libros inundando el Mercado. Parece como una panacea para varias áreas de la sociedad. Abundan títulos como “concientiza algo”. Solo reemplacen algo con trabajo, comida, ejercicio, liderazgo, niños, adolescentes, padres, y tendremos la promesa de un maravilloso concientizado mundo. Haciendo todas estas cosas de una manera más “consiente” obviamente trae beneficio. Desafortunadamente, como muchas de las terapias que aparecen de vez en cuando, ninguna de ellas puede ser la respuesta a todo. La manera en que la concientización es presentada, la hace parecer como algo recientemente inventado. Como si la práctica de la meditación no hubiera existido por miles de años! Sabemos que la meditación ha estado disponible de varias maneras por milenios para solventar los problemas de la vida.
Para completar la inserción de la concientización en la corriente occidental, hasta la palabra meditación ha sido dejada por muchos, por lo cual ya no es más asociada con cualquier práctica espiritual o religiosa, según sus raíces budistas.
Los exponentes de la concientización dicen que su meta no es controlar la mente. De acuerdo con la creencia popular y las razones descritas en el blog previo acerca de nuestra “flacidez de músculos emocionales y mentales”, dicen de que esto no es posible. En vez de controlar los pensamientos, la idea es solo observarlos. De esta manera calmamos la actividad mental, aprendemos a tratar con la ansiedad y así sucesivamente.
Todo esto es verdad. Solo tomando significativas pausas en nuestras agitadas vidas y concentrándonos en la regularidad de la inhalación y expiración de nuestra respiración, al tiempo que observamos el movimiento de la mente, el cuerpo, y el mundo que nos rodea es una manera precisa para desacelerar y sentirse calmado.
Tratando de hacer esto afrontando una crisis mayor, es otra historia. Por ejemplo frente a:
- Noticias relacionadas con la enfermedad terminal de alguien (o la tuya propia).
- Una calamidad humana o natural.
- La muerte de un ser querido.
- Cuando te roban todo tu dinero y tus documentos.
- Pasando por un divorcio
- Perdiendo un trabajo
- Viéndose envuelto en un serio accidente de tráfico
La habilidad para estabilizar la mente en un segundo en tales situaciones requiere una larga práctica y un más completo entendimiento de las razones que hay detrás de las cosas y especialmente del trabajo interior el ser, a través de la mente y el intelecto. Rasgos de la personalidad profundamente arraigados no pueden ser transformados solo calmándose. Requieren de lo que los antiguos se referían como tapasya- un estado intenso de entendimiento concentrado y una conexión con el ser y lo divino que puede quemar las semillas de las debilidades.
En otras palabras, es posible cambiar aspectos básicos de nuestro carácter, pero como dicen en India, no es tan fácil como ir a la casa de tu tía.
Lo que puede que no sepan muchos es que la concientización está relacionada con la práctica de Sati, uno de los siete pasos para la iluminación en el Budismo. En 1881, Thomas William Rhys Davids, un magistrado británico en lo que una vez fue Ceylon (ahora Sri Lanka), tuvo que juzgar muchos conflictos eclesiásticos budistas. Al analizar textos sagrados en Pali, el lenguaje antiguo del budismo Theravada, sugirió por primera vez la palabra “mindfulness” “concientización” como sinónimo de “atención” y como una aproximada traducción del concepto budista de Sati.
Sati, y su contraparte Smrti básicamente significan tomar conciencia”, o “aquello que recordamos” o aún más simple, “recuerdo”. También puede significar conciencia dependiendo del contexto. Uno de los primeros pasos en las antiguas tradiciones Vedicas de meditación era estabilizar el smriti a través de varias técnicas. Desde que Buda vino después de cientos de años después de que la meditación Vedica hubiera plantado sus semillas, él y sus seguidores habrían podido familiarizarse con esas tradiciones, como se puede ver en muchas de sus similitudes, especialmente las concernientes al Sati.
Aislando el sati de los otros seis pasos para la iluminación y occidentalizándolo, como con otros muchos caminos espirituales, hemos podido haber perdido su esencia. Con tanta trivialización, cursos, y “expertos” en concientización buscando nuevas maneras para ganar dinero, puede que nos estemos engañando a nosotros mismos con el que con el solo sentirse bien se resolverán nuestros más profundos problemas. Y nuestra mente continuará sencillamente tan incontrolable como siempre.
Después de todo, uno de los principios centrales del Budismo es que nosotros no escapamos del sufrimiento. Debemos entenderlo y llegar a un acuerdo con él. Esto requiere mucho más trabajo del solo desarrollar nuestro estado de atención. Los otros seis pasos fueron de hecho esenciales para completar nuestro viaje.
En el próximo blog les compartiré sobre uno de los más grandes maestros de meditación de los tiempos modernos, Swami Vivekanada, quien responde completamente la pregunta del control de nuestras mentes desde diferentes ángulos. Miraremos como las horas y el Smriti eran exactamente la misma cosa. Sigan atentos.
Diciembre 14, 2016
Haciéndonos maestros de nuestra mente (3) El mono incontrolable.
Qué hacer con todos los monos saltando alrededor dentro de nuestras cabezas.
“La meta de cada alma es la libertad, la maestría, la libertad de la esclavitud de la materia y del pensamiento, ser maestra de la naturaleza externa e interna.”
Esta es la frase de Swami Vivekanada, uno de los más respetados maestros espirituales de los tiempos modernos. Él fue prácticamente el primer yogui Indio en aparecer al frente del escrutinio de occidente. En el primer congreso de religiones del mundo en 1893 en Chicago, él impresionó a muchos con su claridad y simplicidad. Solo al decir lo obvio “ hermanos y hermanas de America!” recibió una ovación de dos minutos de las siete mil personas presentes. En ese momento el llamó la atención de la prisión de nuestras respectivas creencias. Contó la historia de un sapo quien creía que el pozo donde vivía era el único mundo al que realmente quería conocer y se rehusaba a creer que había otros.
“Esa ha sido la dificultad todo el tiempo. Yo soy hindú. Estoy sentado en mi propio pozo creyendo que todo el mundo es mi pequeño pozo. El cristiano se sienta en su pequeño pozo y cree que todo el mundo es su pozo. El mahometano se sienta en su pequeño pozo y cree que es todo el mundo.
Cómodamente olvidamos que las creencias y las prácticas son mayormente externas a nuestro más profundo yo. A medida que avanzamos en la experiencia de un estado interior, nos separamos de las palabras, los símbolos, los rituales y experiencias religiosas. A pesar de nuestra diversidad de culturas y tradiciones, somos muy similares en nuestros orígenes espirituales. Es como si la mente estuviera estancada en su estado más superficial en donde no hay absolutamente ninguna oportunidad de tener control sobre sí misma.
En su libro clásico Raja yoga compara a la mente con las travesuras de los monos. no solo cualquier mono, sino uno borracho en el banquete del deseo, envenenado por el escorpión de los celos y poseído por el demonio del orgullo. Aún si su metáfora es fuerte, podemos todos vernos así. Realmente no se necesita pensar mucho para entenderlo, solo observar al mono brincando, puede que se calme, pero no puede cambiar.
Buscando un paralelo a esta falta de control en la espiritualidad occidental, me encontré con uno en un clásico inspirador de Thomas Kempis, “la Imitación de Cristo” del siglo 15.
“Whensoever a man desireth aught above measure, immediately he becometh restless. The proud and the avaricious man is never at rest; while the poor and lowly of heart abide in the multitude of peace.”
“Lo que sea que un hombre desee sin medida, inmediatamente lo cansará. El hombre orgulloso y avaricioso nunca descansa; mientras el pobre y modesto de corazón habita en la multitud de la paz.”
A pesar del Inglés arcaico, cualquiera de cualquier tradición puede verse reflejado en esta explicación de las razones para la falta de descanso mental.
Con una experiencia de más de cuarenta años como estudiante de meditación Raja Yoga, todavía me siento como un novato cuando veo la multitud de cosas que todavía necesito aprender especialmente acerca de mi mundo interior. Puedo honestamente decir que el problema no está en la mente en sí mismo pero si lo que sucede en ella. En un nivel superficial de meditación puede ser, como algunos “expertos “actuales nos dicen, piensen acerca de nada en un intento para tener claridad. Eso está bien, pero todavía tengo que entender lo que está creando “desperdicios” en la mente y tratar con ello.
A un nivel básico, la mente es simplemente como una playa donde las olas de actividad mental llegan. Hay un mar de experiencias pasadas y posibilidades futuras en el cual se arremolinan de manera arbitraria, a medida que intentamos lidiar con lo que arroja en la playa. Yo soy solo un testigo pasivo del juego de las olas, puedo quedarme paralizado con su incansable accionar. Olvido de que yo soy el maestro sentado en la playa y no simplemente un indefenso observador. No soy la playa de la mente. Tengo una mente. Soy el creador de mi mar de experiencias y de todo lo que llega de él. Tengo un intelecto a través del cual puedo conscientemente decidir lo que quiero pensar y qué hacer con ello una vez lo haya creado.
Quizás el más grande impedimento en el control de este mundo interno es la misma palabra control. La imagen inmediata del control mental es de alguien que hace difíciles esfuerzos para restringir, regular, o aplicar un freno a las cosas que el mar arroja.
En mi propia práctica, he visto que el poder spiritual y la cualidad de la actividad mental están relacionados. Es como si hubiera un interruptor interno de intensidad. A medida que incremento mi poder espiritual a través de la meditación hay suficiente luz para ver las cosas claramente.
La negatividad se desvanece en el fondo y la sensación de control se vuelve natural. Cuando apago el interruptor, las sombras regresan y traen con ellas agitación.
Un fácil ejemplo para poder entender es la relación entre la expectativa y la realización. A medida que mi realización y satisfacción aumentan, no hay nada que yo desee o espera de otros o de las situaciones, a medida que baja toda clase de deseos aparecen para ayudar a compensar el vacío interior.
Por lo tanto el tema del dominio mental está relacionado con cuanto poder espiritual puedo generar y acumular. Con mi batería interna completamente cargada puedo afrontar cualquier cosa. Si no es así, las situaciones serán casi siempre más poderosas que mi capacidad para tratar con ellas, trayendo con ellas una cuerda interminable de pensamientos negativos e inútiles.
Cómo podemos entonces recargar la batería? Trataré este tema en la siguiente publicación.
Ken es australiano, residente en Brasil. Es autor de 15 libros sobre desarrollo personal y organizacional, algunos de los cuales se publican en 9 idiomas.