Eso implica que algo debe unirnos. Algo debe permitir que mi individualidad o la de otros no se acabe, pues es lo que caracteriza a mí y a todos como humanos.
Ese algo, ese puente imaginario se compone de diferentes elementos que nos convierten en una fantástica unidad. Respeto es parte de la materia prima con la que el puente se mantiene.
Como un valor que cada ser tiene, todos lo tenemos, pero no es objetivo, variando según cada persona. No solamente la variación ocurre en términos del sentimiento que genera el respeto, sino en su expresión: vamos a tratar a algunas personas de usted, pero a otras simplemente sonriéremos.
En lo que he visto, no es sencillo respetar, ya que la base de este valor es el hecho de la igualdad innata de todos los seres humanos y su sensación y expresión depende de este reconocimiento. Somos iguales del punto de vista biológico, pues todos tenemos que respirar, comer y beber, necesitamos protección y varios elementos que nos son comunes, no importa quien seamos.
Del punto de vista espiritual, es mucho más profundo. Todos somos REALMENTE iguales; las diferencias surgen con relación a cómo expresamos lo que tenemos internamente y el impacto de las circunstancias a nuestro alrededor, pero potencialmente no hay distinciones.
La espiritualidad permite que nazca el respeto genuino, incondicional y universal que todos los seres humanos demandamos aunque pocas veces entregamos.
Es el respeto que irá más allá del buenos días, firmando la plataforma para que experimentemos empatía y expresemos solidaridad. Un tipo de respeto que puede cambiar definitivamente la sociedad en la que vivimos, haciéndola más armónica, gentil y humana.
¿Cómo hacer? No importa quién sea la persona y no importa cuál sea tu interacción con ella, mantén tu corazón limpio, reconoce en ella un ser igual que tú mismo y expresa esta igualdad natural.
La sutileza de ser
Ser… tal vez el verbo más sutil y difícil de definir y aun así, el más utilizado.
¿Qué soy? ¿Qué eres?
¿Quién soy? ¿Quién eres?
Ni las múltiples maneras de usar el verbo pueden aclarar la sutileza de su impacto – cuando no somos, no existimos y por lo tanto, todo lo que hacemos no contó con nuestra presencia real…
Por un lado está la experiencia física de SER: el género, la edad, la nacionalidad, profesión, equipo favorito de fútbol, etc. Por otro lado, está la experiencia espiritual de SER: las virtudes interiores, los poderes espirituales, la incondicionalidad de simplemente existir…
Meditar es enfocarse en el segundo aspecto, en vez del primero. Es desviar la atención, la energía y enfoque de lo que es tangible y visible hacia lo intangible e invisible; es experimentarlo como si fuera tan real como el primer aspecto. Esto se debe a que realmente ambos aspectos del SER son reales…
Al enfocarse en el aspecto físico puede haber aspectos positivos y placeres, pero también puede haber cosas muy negativas que nos pasen.
Al enfocarse en el segundo aspecto, hay certidumbre y una experiencia única, siempre positiva.
¿Qué esperas? Ahora mismo, mientras estás sentado… concéntrate en tu propio ser… en quien eres… más allá de la forma física… más allá de estas palabras… siente tu propio ser…